Valkenswaard                     Den Bosch                      Eindhoven

Domingo, 12 de agosto del 2001.

 

Bueno, ahora estoy on-line. Yo me he levantado a las 11:00, y éstos ya habían desayunado. He desayunado yo también, una duchilla y venga, en marcha. Hemos pagado a la señora y nos hemos montado en el coche dirección a Valkenswaard. Por el camino, hemos decidido parar a dar una vueltilla por Den Bosch. Hemos aparcado al lado de una iglesia y de un coffe, y aquí estamos. En realidad, el pueblo tiene un nombre bastante más complicado, pero todo el mundo lo llama así para acortar. Parece ser que aquí nació el Bosco.

La iglesia al lado de la que hemos aparcado era bastante extraña. Tenía un rosetón con forma de estrella de cincopuntas, así que podría ser judía. De cualquier forma, estaba cerrada, así que no hemos podido verla por dentro.

Hemos enganchado una carretera grande, hemos pasado por un coffe (ahí estamos, qué ojo involuntario tenemos) y hemos llegado a otra iglesia (Bueno, o catedral, porque era que te cagas de grande). Como curiosidad, estaban limpiándola, y había paneles, pero los holandeses no hacen como se hace aquí. No señor. . En los paneles no ponía “Construcciones Paco” ni nada por el estilo, no. En los paneles había pintados frescos que te cagas.

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Andando andando, nos hemos metido sin querer queriendo en un festival de teatro. Vaya potra.

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Es una placita con un pedazo carpa y con barras a los lados con mesitas. Nos hemos tomado una cerveza en una de las barras y hemos paseado para ver el ambientillo. Hemos visto a seis tías vestidas con plásticos blancos, y otras dos tías estaban tocando violoncellos mientras que las otras seis iban andando en plan robótico y sincronizado.

Dentro de la carpa había un grupo actuando para los críos, pero un niño le ha metido un zapatillazo en la cara a Soni y nos hemos ido fuera. Hemos entrado a comer a uno de los txiringos en los que ponía Cantina Mexicana y nada, aquí estamos sentados. Bueno, eso de mexicano habría que discutirlo, ya que hemos pedido “Tortilla de pollo”, que eran memelas en pequeño; nachos con guacamole, pero con muy poco guacamoles, y chorizos, que picaban que te cagas. Creemos que en la salsa habían echado jalapeños. Todo ello regado con una coronita.

Acto seguido, hemos observado las calles. Los basureros llevaban un contenedor disfrazado de toro, que iba abriendo la boca y mugiendo. Hemos visto a una cuadrilla soplando unas trompas raras y Soni se ha pensado que eran “La Fura Dels Baus”, y les ha gritado su nombre. Pero no debían de ser, porque no han mirado.

Ah, es que no lo he dicho. Hoy, último día, actúan en Den Bosch “La fura dels baus”. Vaya puntazo, que nos los vayamos a encontrar en un pueblecito perdido de Holanda.

Nos hemos ido de la cantina mexicana hacia el coffe de antes, pero por el camino hemos visto un carruaje con un pedazo caballo impresionante (percherón, ¿no?) y nos hemos sacado una foto con él.

Nos hemos metido en el coffe que tenemos al lado del coche, y ya tengo un fumadón de espanto. No sé cómo se llama el coffe (bfffffff........) pero hemos pillado “Orange bud”. En las paredes hay papeles de periódico con titulares en inglés y en holandés. Al lado tengo la cama de un perro que está fumado y que respira en estertores. Pues eso, que no cuento nada más del coffe, luego hablaremos,. ¡ciao!

El coffe se llama chip’n dale

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Bueno, ya nos hemos ido de Den Bosch a nuestro pueblo. Estamos en Valkenswaard, cerca de Eindhoven. En Valkenswaard había que pillar la carretera de Maastricht y meternos por una desviación a la izquierda. La cosa es que esa carretera es bastante grande, y nos hemos pasado la calle, porque justo a esa altura había una especie de feria de tractores (estos dicen que había bigfoots, y yo pensaba que los bigfoots eran monstruitos canadienses). Hemos llegado a una rotondilla, que tenía una gasolinera y un restaurante, y nos hemos parado a preguntar. En la gasolinera no sabían donde estaba la casa, pero en el restaurante nos han llevado a la calle correcta.

Hemos llegado al lugar y es muy curioso. Ponía que era una granja fuera de uso, y los terrenos los han puesto para campistas. Esta casa es un poco más cara. Está bien, pero en comparación con las otras, ésta es bastante peor. Delante de la casa hay un jardincillo, así que hemos hecho un mini picnic y aquí estamos, con musiquilla, en unas toallas, descansando un poco.

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Pues eso, nos quedamos ahí tirados, con musiquita. Soni le estuvo quitando a Frank granos de la nariz, y cuando empezó a refrescar hicimos una levantada y nos fuimos a Eindhoven, que aparentemente es una pedazo ciudad. Como ya estaba bastante oscuro, no sacamos las cámaras, así que no hay ninguna prueba documental de que estuviéramos allí.

Donde vimos una iglesia y un coffe-shop aparcamos (en un sitio en donde había parquímetros en vez de máquinas de OTA, y al lado de un lugar donde ponía Theatre, pero aparentemente era un bar) pero, al ser una ciudad tan grande, no estábamos ni cerca del centrum. Al principio empezamos a caminar, pero decidimos retroceder hasta el coffe.

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Se llamaba Dreams, y era un poco extraño. Estaban poniendo bafles, y tenáin la tele puesta en una película tipo John Woo. Nadie estaba fumando porros, y cuando les preguntamos si tenían movidilla, nos dijeron que sólo tenían k-2 a 15 florines el gramo. Pues les dijimos que sí y el tío salió fuera del bar y les dijo algo a la peña que había en el piso de arriba. Al cabo de un rato nos trajo la bolsita y no estaba mala, pero la verdad es que nos sabía un poco a colonia.

Como curiosidad, el tío del bar hablaba un poco de castellano, y luego entraron una pareja que el tío hablaba perfectamente castellano sin ningún tipo de acento, y la tía tenía un acento un poco extraño. Tal vez fuera sudamericana.

Pues estuvimos ahí tirados en el sofá del orden de una hora, y luego nos movimos de nuevo al coche para irnos al centro.

Ya en el coche, tuvimos algunas pequeñas confusiones y nos perdimos un poco. Decidimos irnos a Valkenswaard, porque así luego era más difícil perdernos para ir a la casa y porque parecer ser un pueblo bastante grande.

Total que aparcamos en la plaza del mercado, al lado de la Maastritchterweger, que era nuestra calle, y fuimos a ver los garitos.

Entrmos en el primero. Dos seguratas de negro flanqueaban la entrada, pero parece que cumplíamos sus baremos y nos dejaron pasar.

El bar tenía dos televisiones en las que al principio ponían vídeos musicales (Celine Dion y Bon Jovi, por ejemplo) realmente a tope. Pero, de repente, empezaron a poner txumba txumba, y una de las teles se conectó con una cámara que tenían en el interior en la pista de baile. Soni se emocionó y se fue a buscar la cámara. Frank y yo tratamos de controlar la cámara para verla, pero ni por el forro. Yo creo que estaba demasiado alta, y que por eso no se la vio.

Compré tabaco y cuento una nota curiosa que hemos visto en más de un sitio. Las vueltas vienen pegadas con celo al paquete de tabaco. ¿verdad que es curioso?

Entramos al segundo antrillo. Por lo menos éste no tenía seguratas. Aquí había gente más mayor, y al fondo un reservado con una mesa de billar. Nos sentamos cerca de la barra, que era una de esas circular con la peña rodeándola y unas cuatro lamparitas en cada lado. El rollo es que a un lado había dos tías, que aventuramos que eran turistas, que empezaron a golpear las lámparas al ritmo de la música. La cosa debía de ser normal, porque se animó incluso una camarera. Enfrente de las turistas había cuatro puretas que aventuramos también que eran los solteros del pueblo. Ellso también se animaron a darle ostias a la lámpara en plan animal, tanto que la bombilla se les aflojó. Al lado de los solteros había una pareja también mayorcilla, y la tía se unió a la fiesta de la lámpara. El tío la miraba como diciendo: “pero tía...”. Algo así como cuando pusieron una canción que a Sonia le pareció una trikitrixa e intentó lanzar un irrintzi. Pues la cara de Frank era la misma. Je, je.

Acabada la bebida, nos fuimos a otro circo. Las turistas, yo creo que tras ver lo animados que se estaban poniendo los solteros del pueblo, se cortaron de seguir dándole ostias a la lámpara.

Nota: no sé si porque éramos españolas o no, pero en casi todos los bares en los que entrábamos ponían a Ricky Martín, Julio Iglesias, y algunas de Ibiza-mix en castellano.

Fuimos al tercer garito, con otros dos gorilos en la puerta. Este se llamaba el Absolut! Y la verdad es que el bar era bastante pijo, pero el local estaba que te cagas. Al entrar había dos barras: la de la izquierda era más grande, pero en la de la derecha estaba el DJ. Luego, al fondo, había dos escenarios: uno con una silla alta y un micrófono, que parecía que era para “El club de la comedia” y otro vacío. En las paredes había grafittis en inglés. Algunos, por ejemplo... “Ginger Rogers hizo todo lo que hizo Fred Astaire, sólo que hacia atrás y con tacones altos” (Fdo: no me acuerdo); “El amor de la mujer es un privilegio del hombre, no un derecho” (Fdo: anónimo); “Sueña como si fueras a vivir eternamente. Vive como si fueras a morir hoy” (Fdo. James Dean) o “El pelo gris es un graffiti de Dios” (Fdo: Bill Cosby)[Este último no lo acabo de pillar. Soni le medio pilló un sentido filosófico, pero la verdad es que tampoco me acuerdo de cual era].

Dos tíos se comenzaron a emocionar cuando les pusieron a Ricky Martín y bailaron sus pasos aprendidos. Uno de ellos se juntó con una tía, le pidieron “Sex Bomb” al disc-jockey y se fueron al fondo a bailar. Cuando nos fuimos ya se habían animado a subirse al escenario que no tenía silla.

Ya eran más de las 12:00 y la intención era levantarnos a las 7:30 porque mañana toca la parte paliza del viaje, así que nos fumamos unos porrillos sentadas Soni y yo en la hierba de enfrente de la casa y hala, a sobar, que mañana va a ser la ostia.

 

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