Enkhuizen             Volendam             Edam                Haarlem

Lunes, 6 de agosto del 2001

Lo primero, decir que a eso de las 4:00 a.m un mosquito ha estado zumbando al lado de mi oreja. Varias veces he dado manotazos al aire (eso lo recuerdo), y en un momento determinado el zumbido dejó de sonar. Bueno, pues al despertarme he descubierto dos cosas: que mi mano derecha estaba hinchada por tres picotazos de mosquito, y que había un mosquito aplastado en mi sábana. ¡qué cabrón! Frank dice que igual me ha dado algo de alergia, porque estos bichos son de pantano, pero yo creo que la marihuana les ha causado alguna mutación y que son por eso medio radioactivos.

 

De nuevo, yo me he levantado a las 10:00. De nuevo, éstos estaban levantados, porque a las 8:30 se ha creído que eran las 9:30. Al llegar yo, la señora les estaba recomendando un museo, el “Zuiderzee museum”, en Enkhuizen. Nos ha dicho que la peña que había ido había dicho que era muy curios, que te llevan en barco hasta una isla, que es donde está el museo, y que es una representación de cómo se vivía a principios de siglo.

Han desmontado pieza a pieza hornos, casa, callejas, etc... y los han montado en una isla. Bueno, pues hicimos caso a la señora y allá nos fuimos.

Por el camino, vimos un molino guapo rodeado de esas cabras holandesas que parecen cerdos, y nos paramos a hacer unas fotos.

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Cuando llegamos a Enkhuizen, vimos una triple w, que se supone que es un lugar de información (donde pone la “i” es un simple mapa); pero allí sólo nos han informado de que no tenían nada gratis, que todo era de pago. Yo he cogí un folleto porque me hizo gracia la foto, pero no era en esta zona sino en Frisia, más al este.

Pues siguiendo los carteles hemos llegado a un embarcadero que nos llevaba al museo, y cuando allí ha llegado el barco, nos hemos montado en la zona descubierta porque, aunque el día estaba gris, aún no llovía.

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El barquito nos ha llevado a un lugar demasiado moderno, que era una especie de terminal. Allí hemos pagado la entrada al museo, hemos arrasado con las chocolatinas, y nos hemos vuelto locos para encontrar la entrada. El rollo era que había dos formas de llegar: una era desde Enkhuizen, que es lo que hemos hecho nosotros; y la otra era saliendo de la autopista y aparcando en esa terminal el coche. Pues al final la idea era que te volvían a meter en una barca, y te llevaban a la isla en que estaba el museo.

Empecemos la crónica:

La barca nos dejó al lado de unos hornos donde sacaban el carbón para luego ahumar el pescado. Seguimos caminando y fuimos por una calle llena de casitas reconstruidas piedra a piedra de distintos pueblitos. En casi todas aparecía un cartel que informaba de quien había sido esa casa, en qué curraba... (vimos casas de pescaderos, del dentista...). Eran mogollón de curiosas, porque las camas estaban metidas dentro de armarios.

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Llegamos a una placita donde había juegos para niños (y no tan niños) de los antiguos. Había aros, y también el invento que he dibujado al lado. Cada vez que uno tiraba de las cuerditas, que estaban todas liadas, caía un palito, y la idea era pillarlo al vuelo.

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Había también zancos, y Soni y yo lo intentamos; pero era bastante txunguillo.

Además, habían puesto una cabra de madera a la que le echaban agua con jabón para ordeñarla.

Seguimos caminando y llegamos a un lugar donde ahumaban pescado. Pillamos dos para los tres, y la verdad es que estaban bastante ricos.

 

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No son listos ni nada estos holandeses. Seguido estaba el restaurante, y como ya eran las 3:00 nos pusimos a comer. Comimos una especie de ensalada de pescados ahumados acompañado de un sucedáneo del paté de Cabracho. Soni comió una bola de carne y una especie de hamburguesa de bonito con mayonesa. Pedimos también patatas fritas con mayonesa y yo un bocapizza.

Nos metimos en otra zona en donde había comercios antiguos. Soni se pilló regalices en una y una especie de cucurucho de canela. Vimos una tienda con juguetes antiguos, artículos de broma, máscaras... Y también un estanco, en donde nos sacamos una foto.

También vimos a un tío que hacía escobas y cepillos y los vendía; una tía que lavaba la ropa de forma tradicional y les estaba enseñando a unos críos a hacerlo...

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También había una especie de ermita con lápidas conmemorativas a los lados, y dentro venía una lista de los predicadores que habían estado allí. Había además un embarcadero con naves antiguas, y parece que se organizaban excursiones en barco.

Bueno, pues dimos por terminado el museo y nos encaminamos a las barcas. Soni se sentó fuera, y Frank y yo nos metimos dentro, porque en el viaje anterior habíamos ido fuera y tuvimos que hacer estampida cuando cayó un chaparrón.

Llegamos a nuestro muelle, pillamos el coche y nos encaminamos hacia la zona Voldendam-Edam-Marken, todos los pueblos pesqueros que están al lado de Ámsterdam. Además, Volendam-Edam es conocido por sus quesos. Llegamos primero a Voldendam y nos decepcionó bastante. Era así como demasiado turístico: en realidad parecía una calle de Mallorca, o de Benidorm. Demasiado turístico. Nos paramos en un pub donde tomamos capuchino y bebidas varias, echamos el pis de rigor, y luego paseamos por los muelles. La única nota curiosa la pone las personas de metal que había desperdigadas por aquí y por allí. Apoyados en una barandilla mirando al sol, sentados en un banco, etc... Eso sí, le pillé un regalo guapo a Quintanilla: una camiseta naranja que ponía “Good Girls go to Heaven, Bad Girls go to Ámsterdam”. Además, según llegamos a Volendam encontramos una cabra de metal, y allí nos sacamos una foto.

 
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Pues visto lo visto, nos movimos a Edam. Allí encontramos una tienda de quesos y compramos un poco de todos los tipos (al menos yo). Seguimos caminando y de repente, nos dio la angustiosa sensación de que no teníamos ni puta idea de donde estaba el coche. Tras la confusión inicial y algo más calmados, encontramos el parking.

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En el paseo vimos que Edam es mucho más bonito. Era un pueblo muy tranqui, pero más rústico. Nos metimos por callejillas residenciales y vimos unos jardines y unos canales guapos, guapos.

Para que nos podamos hacer una idea, la foto de la derecha era un jardín particular. Joder, el flipe que tiene que ser vivir aquí y asomarte por la mañana a la ventana viendo eso

Por cierto, es curioso, pero vimos por primera vez mogollón de peña española en esa zona. No se si será por los quesos o porque el ayuntamiento de Edam y Volendam ha untado a los que hacen las guías de Holanda en castellano.En Edam, Frank descubrió que unos colegas les habían llamado al móvil (Eva y Ramón); y luego leyó un mensaje en el que decían que estaban en Ámsterdam, así que mañana les llamaremos para quedar.Nos tomamos un potecillo en una terraza cubierta y llena de avispas, y allí decidimos encaminarnos a Haarlem.Bueno, pues fuimos a Haarlem con afán de comer algo y visitar algún coffe-shop. Era una ciudad bastante grande, y por ahí habíamos leído que es la capital del cáñamo.Pues nos encontramos allí con varios coffes. El primero se llamaba “High times”. En él había un tío de cuarenta y tantos, serio pero majillo. Era uno de esos coffes sin alcohol. Además, vimos ordenadores para tratar de enviarles un mensaje a los colegas que están en Ámsterdam. En este Coffe pillamos “Sticky fingers” y “Ice”.Lo del ordenador fue un mundo, porque era un mac en donde encima todas las movis estaban en holandés. Bueno, tras el lío inicial éstos parecieron ubicarse (yo en absoluto) y comenzamos la tirada de mensajes.Bueno, como anécdota, mientras Soni estaba en el baño, se lío una semi-bronca. Un borracho viejo entró en el bar y se quedó de pies parado esperando no se qué, mirando a unos chicos que estaban al fondo. Entonces, el dueño del coffe le dijo algo al tío, empezaron a discutir (nosotros no entendíamos ni papa), y el dueño del coffe se metió dentro de la barra. Parecía que iba a llamar a la poli, que sí, que no. Volvió a salir, y en una de éstas enganchó al borracho y lo sacó del bar, metiéndole una patada en el culo que lo lanzó fuera. Hubo un breve momento de tensión cuando el borracho le pegó una patada a la puerta de cristal, y pareció que el tío iba a salir, pero la cosa no llegó a mayores.De nuevo pensamos que estábamos completamente perdidos hasta que nos acordamos de donde estaba el coche. Paseamos un poco por Haarlem y era muy bonito. Tenía unas iglesias guapas, y también canales. Se veía que era una ciudad grandecita. Entramos a otro coffe que se llamaba “Leonardo”, y allí nos pedimos una mystic, pero ya estábamos realmente machacados. Ah, no espera. Por supuesto, fuimos a otro marroquí a comernos otro falafel. Como anécdota curiosa, dentro del local tenían un cuadro en el que salía la reina de Holanda comiéndose un falafel. Con la tripa llena es cuando decidimos irnos a otro coffe. Allí ya estábamos realmente comatosos. Soni y yo flipábamos con la tele. Primero parecía un documental, luego un reality-show, luego un docudrama, y al final un puto culebrón. Allí todo el mundo lloraba. Bueno, para recordarlo en España y ver qué demonios es, su dirección de internet era :www.finals.nl

He de decir que a esas alturas yo ya tenía un fumadón de espanto, y creo que no era la única. Parece ser que la María de la periferia:

a)     coloca más

b)     te venden más cantidad

La Sticky fingers que pillamos en High Times, el tío nos había dicho que era hiperfuerte y sí que lo era, sí. Íbamos fumadillos ya, pero esa nos dió un subidón...

Bueno, pues eso. Todos fumados nos encaminamos hacia el coche. Supongamos que la historia era algo así:

Bueno, pues yo intentando ir por la línea continua, y Frank y Sonia convenciéndome de que no, que habíamos llegado por la línea discontinua y que era por ahí. Bueno, pues como tampoco es cuestión de discutir, estiramos un poco las piernas en nuestro caminillo y llegamos al coche.

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He de reconocer que “chapeau” por Sonia y su conducción nocturna. Pasó por un sitio rarísimo, con unos desvíos hiperextraños y bueno, nos pasamos una salida y tuvimos que volver y tuvimos algún amaguillo más. Pero contentos que llegamos sin perdernos, o sea que a callar.Cuando llegamos a la casa, estábamos un poco impresentables, pero lo básico. Pero resulta que la señora estaba levantada, y siempre que nos la encontramos hablamos un rato con ella. Así que según entramos por la puerta y nos salió la señora, Frank subió como alma que lleva el diablo escaleras arriba a la habita, Soni se metió al bater y yo, que también quería mear, ahí hablando con la señora. Bueno, en realidad soltándola la chapa, porque me cuesta más entenderla que hablarla, y si sólo hablo yo, no tengo que entender. Ya se sabe, no la dejaba casi ni contestar: no hay mejor defensa que un buen ataque.

Salvados los obstáculos, nos fuimos a dormir. Así que Hasta mañana.

 

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