Den Helder                       Engwierum                       Dokkum

Miércoles, 8 de agosto del 2001.

 

Bueno, nos hemos despedido ya de Heerhugowaard. Como conclusiones a sacar:

·          La casa muy guay, y la señora muy majetona.

·          Los desayunos, pedazo de desayunos, Teníamos mantequilla casera, mermelada enlatada, pan casero, y encima, todos los días de algún tipo distinto. Zumo, salchichón, queso, y huevo pasado por agua.

·          Bastante céntrico, y con tres ciudades kañerillas muy cerca: bonitas y con coffe (como Ámsterdam pero en más chiquitín y con más calidad)

Bueno, pues nos hemos ido de la casa a eso de las 11:30. La idea era subir hasta la carretera esa que atraviesa el mar, cruzar ese brazo y ya está... al lado de nuestra prósima casa. Hicimos una parada a eso de la 1:30 en una ciudad que pillaba de camino, y que se llamaba Den Helder y que, aparentemente, según la guía, tenía playa. Así que aparcamos, comenzamos a caminar, y pasábamos todo el rato por barrios residenciales semi-desérticos (salvo alguna bicicleta perdida).

Llegamos de repente a una calle que era una prolongación de un centro comercial. Vamos, tiendas de todo tipo alrededor, pero alternadas con bares y restaurantes. Y así, como quien no quiere la cosa, acabamos encontrando dos coffes seguidos, uno delante del otro. En uno había gente dentro, y el otro estaba cerrado a cal y canto. Entramos a preguntar y nos dijeron que no habrían hasta las 2:00, pero que podíamos comprar si queríamos.

En realidad, lo que queríamos era fumarnos un porro allí calentitos, pero como no pudo ser, pues preguntamos lo de la playa. Al principio, al decirle Beach no nos entendía, pero luego parece que reaccionó y luego dijo: “Ah, sí, la playa de la pradera” (textualmente, no estoy haciendo ningún tipo de traducción). Nos indicó la dirección en inglés y nos encontramos ante un montículo de grava que tenía unas escaleras que subían hasta arriba.

Subimos esas escaleras y pasaron varios rollos:

  • Pedazo viento monstruoso. Una gaviota coja trataba de volar y damos fe de que le costó mogollón. Fino que el que inventó los gorros con orejeras era holandés y de Den Helder.

  • Tras la subida, había un pequeño declive con hierba. Luego una vía para bicis y luego otro declive de piedra, en plan velódromo, que daba al mar.

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Claro, el que teníamos delante era el mar del norte. La verdad es que era todo un paisaje: el viento, que movía mogollón las nubes, el mar encrespado y gris, las gaviotas tratando de volar... y había peña pescando.

 

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Pues nos quedamos un ratito tirados en la hierba, invitamos al viento a un porro y emprendimos en retorno en busca de comida. Nos perdimos un poquillo para encontrar de nuevo el centro urbano, pero conseguimos volver a la calle principal. Es curioso, porque estaba todo el pueblo desértico salvo esa calle en concreto. Como ya eran las 3:00 y parece ser que aquí comen demasiado pronto, en cuanto vimos un McDonalds abandonamos la idea de comer comida de calidad y nos metimos ipso-facto.

Además, de camino vimos una estatua dedicada a los marinos y nos sacamos una foto con un timonel con cara de mala ostia.

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Pues a lo que íbamos, el McDonalds. Nos pillamos una mesita al sol y mientras Soni estaba en el baño, le dimos trocitos de patata a unos pajarillos. De la emoción, uno se cagó en la silla de Soni, así que dejamos de darles comida (y limpiamos la silla, claro).

Yo me comí el cuarto de libra con queso, como en Pulp Fiction, y dentro de la PonzoñaÔ existente, ésta era de lo menos malo.

A Soni se le cayeron patatas al suelo y de repente aparecieron gaviotas gigantes peleando por pillarlas (impresionan, parecen perros pequeños).

Como curiosidad, decir que vimos tres tías con uniforme de la marina, que en el bater había un cacharrito con desinfectante para limpiar el asiento, y que los cabrones de McDonalds habían puesto una piscina de bolas enfrente del bater, de forma que llegan la madre con el niño meándose y, de repente, el niño ya no se mea y quiere “bollzak” (eso deduje de un niño suplicante que repitió al menos diez veces la palabra). De forma que al final la madre, o usa su mejor tacto, o acaba a azotes con el crío.

Ya con la tripa llena, fuimos a un coffe. Pensábamos que no habría en esa ciudad, y no los andábamos buscando, pero nos encontramos con mogollón. Seguro que si tenemos las hojas con las direcciones no los encontramos.

En ese coffe tenían unos sofás cojonudos (tanto que había un tío sobado). Nosotras, Soni y yo, pillamos postura y daban ganas de echarte una siestilla. Nos pillamos cafecitos y “snowwhite”. Vimos como fumaban en una pipa guapa unos tíos de enfrente, y creímos llegado el momento de irnos a nuestro B&B.

Pues encontramos el coche sin dificultad (o eso creo recordar) y nos pillamos la autopista rumbo a Engwierum. Para más información, nuestra primera parada fue al Noroeste de Holanda, en la comarca de Noorholland. Luego íbamos por una carretera que cruzaba de lado a lado el mar, y ahora nos vamos a la comarca de Frisia, pero pegando con Groningen.

Mientras cruzábamos el polder, nos hemos parado justo en medio, que había un rollo donde parar. Hemos cruzado un puente por encima de la autopista, y no basta con hablar de viento. Joder, yo creo que con la chamarra abierta podríamos haber hecho ala delta. La verdad es que era impresionante.Luego ponían unos cartelillos en donde explicaban que hacia un lado el agua era dulce mientras que al otro el agua era salada

Proseguimos con nuestro camino y vimos varias cosas:

  • Aquí hace un viento que te cagas y , con razón, hay un mogollonazo de molinos.
  • Hay mucha más ganadería que agricultura. Hemos visto, además de las ovejas de rigor, también vacas y caballos.
  • En esta zona hay bastantes lagos.
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Después de perdernos un poquito (pero muy poquito, la verdad) llegamos al fin a Engwierum. ¡Pedazo casa! Sonia demostró su ojo de lince encontrando la calle a la primera.
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Bueno, pues la casa en la que estamos eran antiguamente unas caballerizas. Arriba, una especie de planillo del chiringuito.

Está aquí una familia con una cría, y estamos también nosotros. Ellos viven en la parte izquierda, y nosotros en la derecha (¡yupi, la sauna es nuestra!). Bueno, que no... que hay que pagar para usarla, y como que para eso no vamos a dejar tiempo suficiente. Tienen también TV por satélite (aunque aún no la hemos probado), CD, etc...Fuera hay ponis, dos gastos, un gallo, gallinas y pollitos, un potro salido que tienen encerrado, moscas, mosquitos, arañas, babosas...Nos hemos fumado un porrete o dos en el jardín, y frank ha estado a punto de aplastar un limaco. Luego hemos intentado ir a un súper que está un poco más adelante, pero ya lo habían txapado, así que dejaremos la merendola para mañana.Nos hemos pillado del coche bonito, sardinas, paté, patatas y cochinadas varias, y hemos hecho una merendola. Sin querer hemos manchado el mantel (asumamos una culpa colectiva) pero qué le vamos a hacer. Nuestros compañeros de bungalow, ya he dicho que tienen una niña, pero no es una niña cualquiera, no. Es... ¡La niña gato! Mientras cenábamos se puso en el suelo al lado nuestro y nos maullaba. No sé si es que quería sardinillas o qué. Sonia intentó establecer comunicación con ella, pero su intento resultó infructuoso.Al final, Sonia incluso se hizo un té que encontró por ahí. Luego nos pusimos en los sofás y, con la musiquita puesta, ya hicimos una vegetación completa. Bueno, Soni no, porque se fue con la cámara de vídeo a grabar la casa. A ver cómo queda el vídeo, porque nos ha avisado de que se tropezó con un escalón.A la familia yo creo que la acojonamos. La ama le dio un chocolate a la cría en la mesa, y luego desaparecieron en sus aposentos. Cuando conseguimos sacudirnos la galvana, fuimos al pueblo un poco grande que está más cercano, y que es Dokkum. A ver, qué vimos en Dokkum... pues dos iglesias, dos bares y ningún coffe.Vimos a unos chavalillos fumando petas y les preguntamos, y fueron quienes nos dijeron que ni por el forro, pero Soni entendió que “no pasaba nada, porque la gente sabía la verdad”. Mucho Expediente X, creo yo.Pues nos tomamos dos potes en los dos bares que había. El primero parecía en plan irlandés, pero creo que en música nos pusieron el equivalente a Jose Luis Perales o algo aún peor, pero en holandés. En el segundo nos pusieron otras músicas, pero de los años 80. No estaba tan mal.

Visto lo visto y con la galvana que teníamos, decidimos volver a la casita. Nos fumamos un petilla en el balconcete y hala, a dormir. Eso sí, hemos visto un mogollonazo de estrellas en el cielo. Aquí no se ven tantas, pero es que como estamos en un pueblito sin fábricas y encima se ve que mañana va a hacer bueno, era imposible verlas todas sin flipar.

Notas:

  • Hoy ha sido el cumpleaños de Quintanilla, pero todas las cabinas eran de tarjeta. Ya la llamaré mañana.

  • Sería que te cagas alquilar toda la casa para una semanita entre 15 o 16 personas. Eso sí, pasando a la ida por Ámsterdam para repostar. A ver si nos toca la lotería.

  • Nuestra ducha no tiene pestillo. Espero que a los belgas no les de por investigar nuestro lado de la casa.

Ô marca registrada por Frank