Brujas             Heerhugowaard                Alkmar

Sábado, 4 de agosto del 2001

 

Bueno, ahora son las 5:13 y estamos tratando de encontrar nuestra casa. Hemos salido de Brujas a eso de las 11:30, y llevamos ya por lo menos un par de horas buscando Heerhugowaard primero, y la casa granja esa en segundo lugar. Ahora parece que ya estamos ubicados.

Mentira, no estamos nada ubicados. Estamos siguiendo las indicaciones de una familia muy majetona. Han llamado por teléfono y está fuera de uso. ¡joder!

Bueno, ante todo una explicación: Heerhugowaard es un pueblo bastante grande, y la única referencia que tenemos es el nombre de la casa (“Mariahoeve”) y una foto. Vamos, como si te mandan a Carranza con una foto a buscar una casa.

Bueno, al fin la hemos encontrado. Hemos tenido un 50% de potra y un 50% de amabilidad de los holandeses. Hemos parado a la policía, se han sumado 4 vecinos al coloquio y así, poco a poco, y con muchos “quizás” nos han mandado a un lugar indeterminado y tate, por potra la hemos encontrado. Te cagas. Ahora estamos tirados en la hierba, mirando un poco el mapa, oyendo música y apurando los últimos rayitos de sol. Son las 6:30.

Voy a contar un poco cómo ha ido la mañana. Habíamos dicho que nos íbamos a levantar a las 8:30, pero nos hemos dormido y nos hemos levantado a las 9:00. Hemos desayunado con el padre belga tostadas con mantequilla y mermelada, café con leche, zumito pa quien quisiera... Hemos hecho el petate, hemos metido los bultos al coche y nos hemos ido en bus a dar un paseo por los canales de Brujas.

Nos hemos montado en una barquita y, por supuesto, hablaban en inglés, francés y alemán; pero no en español; así que no nos hemos enterado de ninguna explicación.

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Billete de autobús

 

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entrada al barquito

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Eso sí, nos saludaba la gente desde ventanas y puentes, hemos visto a un perro muy contento asomado por la ventana y mirando al vacío... pero la barquita no ha llegado hasta el lago del amor. La otra vez que estuve en Brujas fue la zona que más patee, y me apetecía ver algo reconocible. Pero bueno, todo sea por Holanda. Renuncia al lago del amor y... ¡A Ámsterdam! ¡Bien!

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Hicimos una parada en un bar de billares que había al lado de la casa para aliviar nuestro gaznate y nuestras tripas, y nos pusimos en camino. Bueno, un tío todo papas del bar empezó a decirle no se qué a Soni de rascarse el ojo mientras yo estaba en el baño y Frank estaba fuera fumándose un porro, y al salir yo no la quería dejar irse. Pero bueno, pos eso, que enganchamos en seguida el camino correcto, en medio de un cielo Simpson total. Al entrar en Holanda nos cayó una pequeña txaparrada, pero en seguida la pasamos y el día estaba que te cagas.

De camino, cuando pasamos a la altura de Ámsterdam, nos encontramos un pequeño desvío en la autopista que llegaba a unas carpas. Se veía un mogollonazo de gente entrando al recinto, y nos entraron un poco de ganas de asomarnos por ahí, pero es que con todos los bultos en el coche y sin haber encontrado la casa, nos entró un poco de responsabilidad y seguimos adelante. Más tarde nos enteramos de que eso era el “Dance Valley”Para llegar a Heerhugowaard, que está, desde el delta en el que está Ámsterdam, al noroeste, no tuvimos tanto problema. Sólo tuvimos que preguntarle a un bicicletero, pero lo de la casa...

Primero paramos en un centro comercial para comprar un mapa de Holanda, porque el que nos dejó Oso es de toda Europa, y no viene demasiado detallado. Pues ahí entramos con nuestros billetes made in BBK de 1000 florines, y resulta que descubrimos que es un billete fantasma que no se coge en ningún sitio. Vamos, supongamos que vas a un kiosco, pides una revista y pagas con un billete de 75.000 pesetas. Pues eso, que te dice que ni por el forro.

Lo intentamos en una tienda comprando un mapa, en un body-shop, porque Soni quería además una crema para los pies; pero tampoco coló. Ni tampoco en el supermercado de la gasolinera. Eso sí, la tía era muy majilla. Le enseñamos la foto de la casa y entre ella y otro tipo que andaba por allí, nos mandaron a una calle medio residencial, en la que todas las casas se parecían a la nuestra, pero que no nos acababa de cuadrar.
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Esta es la foto que teníamos. ¡¡Qué txungo!!
Allí paramos a preguntar a una chica que nos mandó donde una familia que se conocía a todo el barrio. La familia eran los aitas y una chica de veintitantos años. El padre estaba en silla de ruedas, se ve que le había dado un derrame cerebral, y entre que hablaba medio raro y tal, no entendíamos mucho. Al final nos enviaron a otro barrio en el que tampoco estaba la casa. Así que paramos a un coche de la policía. Se aparcaron a un lado, y empezaron a hablar con unos que venían en coche a la casa de al lado. Apareció un puretilla, el tío del coche llamó a su padre... Vamos, todo un coloquio en holandés alrededor nuestro intentando averiguar donde mandarnos. Los policías llamando al teléfono, que estaba fuera de uso, y a la central. Y al final, creemos que en base al teléfono, sacaron la zona donde debía estar. Total que, de repente, la vimos. Paramos el coche y fuimos corriendo al encuentro de un holandés flipado que nos dijo que no nos esperaban hasta el día siguiente.
Luego entramos, salió su madre, una señora de cincuenta y tantos, y nos dijo lo mismo pero que tranquilos, que a ver si no nos importaba esperar una horita a que arreglaran las habitas. Bueno, pues nos tiramos en el jardín en unas mantas, con musiquita, sin zapatos... ¡que te cagas después de todo el día en coche! 
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Luego nos explicó un poco donde estaba todo,nos invitó a un café, (que nos tomamos en la habita de Soni y Frank, por que tenía sofá, mesita... vamos, todo un lujo) y nos hicimos una foto antes de empezar a ponernos en movimiento.
    Luego me pegué una ducha... y nos fuimos a Alkmar, que es un pueblo bastante grande y que tiene coffeshops. El hijo de la señora, que es un maki haciendo planos, nos dijo como ir y como volver (porque está un poco jodido, una casa ahí en las campas...)
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Pues eso, que nos pillamos de nuevo el coche y marchamos rumbo a los coffes.

Bueno, decir lo primero que Frank, ojo avizor entre tanto canal y bicicleta, fue quien consiguió encontrar el único coffe-shop que pisamos en toda la noche. Bueno, pues pillamos marihuana, que fue la Skunk, la Diamond y la Haze. Era de los coffes sin alcohol, así que nos tomamos un zumito de naranja. Por mi parte, explicar el pedazo pedo que me agarré sería quedarme corta lo mire como lo mire, así que ni me molesto. Tras un buen ratillo, nos largamos a hacer turismo y a buscar más coffes. Encontramos una Iglesia Gigantesca, que es donde luego estaban todos los bares de marcha por la noche. Avanzamos otra calle hacia delante y llegamos a otra iglesia con un carillón un poco extraño; y cual no sería nuestra sorpresa cuando leemos un menú completamente en español con “gambas al ajillo”, “patatas bravas”, “pintxos morunos”, etc... Se llamaba el “Bar Granada-Tapas”.

Nos abalanzamos hacia una de las mesas y pedimos todo lo anterior (el plato de pintxos morunos doble). Y un flipe, porque la comida estaba que te cagas (qué gambas, madre mía). Y cuando pedimos el postre... Aaaahhhh... ¡qué mousse de chocolate! (por cierto, estoy comiendo aquí un mogollonazo de chocolate. Teniendo en cuenta que en Bélgica, que son los expertos en chocolate, ni lo probé, y que aquí en Holanda aún no he probado el queso; puede que lo haga inconscientemente por llevar la contraria.

Bueno, pues con la tripa llena (pedimos dos bandejas de pan y sólo nos faltó lamer los platos) le preguntamos primero a la camarera, luego a la gente que nos íbamos encontrando, etc... y no hubo forma de encontrar el resto de los coffe-shops. La gente nos indicaba, pero por mi parte no había forma. Yo creo que teníamos ese fumadón inicial en despegue y que para hablarnos en inglés. Vamos, yo creo que respondíamos en Suahili.

Pues, tras tanto esfuerzo, retornamos al mismo Coffe-shop. Qué coño, que le habían regalado antes a Frank una revista de cinco florines. Pero al llegar, el coffe estaba txapando, así que nos vendió la “Stardust” y hachís “Puntjes”. Eso sí, nos dijo que el bar de enfrente también era del rollo, así que nos fuimos con las drogas a otra parte. El bar de enfrente era un poco extraño. La decoración y la música estaban bien, pero algo en el ambiente no me acababa de enrollar. Unos Holandeses nos preguntaron a ver de dónde éramos, e identificó Bilbao como siempre con ETA, aunque pronunciado raro. Manda cojones.

Vamos, que yo ahí me fumé el Diamond y ya muy bien. Muy rico y muy guay el colocón. Pero de repente, tras cerrar los ojos momentáneamente, a Soni le dio un blancón y nos fuimos fuera a que nos diera el aire. Muy buen rollo fuera, se nos pasó a todos un poco el fumadón y, despacito despacito, emprendimos el regreso a casa.

Como anécdota, decir que Frank le pegó a Soni un susto de puta madre, porque íbamos por una carretera tipo caminillo sin apenas luces, de gravilla, buscando la salida a la casita, y de repente Frank se pegó mogollón de susto y dijo... ¡Pero qué hacemos aquí! Soni debió de pensar que íbamos a caer por un acantilado holandés, o que nos caíamos a un canal, porque casi le da un soponcio después de frenar el coche en seco.

Vamos, que conseguimos llegar a la casa (creo recordar que era alrededor de la 1:00, pero tampoco estoy segura) y nos fuimos a sobar. Justo cuando estábamos entrando empezó a llover guay pero bueno, apenas nos mojamos.

Anécdota descubierta al día siguiente: Yo ni me he enterado, porque sobé anoche como una campeona, pero ha debido jarrear por la noche que te cagas. Frank y Sonia sí que se enteraron, porque se despertaron en mitad de la noche con la cabeza empapada porque tenían una gotera justo encima. Je, je.

 

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