Son las 9:00, y ya nos hemos despertado. Yo he pasado un calor de cagarme, y mi alarma ha sonado a las 5:20 a.m. porque me olvidé de apagarla. ¡Vaya mierda! Sonia dice que cree haber soñado una guarrada: que comía bichos; y Fran ha soñado que se comía unos hongos. Bueno, eso nos lo ha dicho cuando ha conseguido despertarse, porque duerme todavía mejor que Karli, que ya es decir. Bueno, son las 10:28. Hemos desayunado (2 cafés con leche yo, porque estaban muy buenos). Había además zumo, tostadas, margarina y mermelada. Con la tripa llena hemos sacado nuestros bártulos, y nos hemos ido a Fleurines a sacarnos un par de fotos (eso sí, tras pelearme un rato con mi cámara, mira que es complicada la jodida). La iglesia era demasiado grande para sacarla entera, así que a nadie se le ocurra decir que saco mal las fotos (al menos por ahora). |
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Pues eso, que ahora nos vamos hacia Gante. Hemos vuelto a pillar la autopista dirección Lille, a ver si conseguimos llegar tan bien como ayer. El día se ha quedado muy bonito al final. Es que cuando nos hemos levantado estaba el cielo bastante gris y hacía fresco, pero creo que voy a tener que echarme luego protección en mi cicatriz, no sea que se me queme. Me avisa Soni que anote que ya hemos sobrepasado los 1.000 kilómetros, que si no luego igual no nos acordamos. Vamos exactamente 1.064 kilómetros. Bueno, ya estamos claramente enfilados hacia Gante (Gent, como pone en los carteles). Son las 12:25 y ya estamos a punto de llegar. Ya tengo preparados los francos belgas. La frontera era una cosa rara. Hombre, sólo era para la entrada Francia-Bélgica. Suponemos que Bélgica-Francia estará bastante más vigilada. Era una explanada completamente desértica. Según hemos cruzado la frontera, ya se ha notado un cambio evidente en la arquitectura de las casa. Tenían los tejados de pizarra, y la forma era distinta. Todavía seguimos en ruta. Bueno, ya hemos pateado Gante y nos ha parecido un pueblo muy, muy, muy bonito; y con una peña muy maja. |
Como necesitábamos cambios para la OTA, nos hemos metido en un bar a tomar un pote, muy majetes los belgas. Hemos bebido una cerveza y hemos decidido hacer un rating de las cervezas que nos bebamos. Esto lo dejamos para el final. Como entre pitos y flautas ya eran la 1:00 p.m., nos hemos ido a comer. Nos hemos metido a comer a un lugar muy curioso que tenía música lolaila puesta y colonia en el lavabo para echarte en las manos después de lavártelas (Hombre, y para quien sea alérgico al agua y no quiera lavárselas, para disimular el olor [me imagino]). Hemos comido un grill de carne; hemos descubierto que si pone fondue en belga, en castellano son croquetas de queso; y nos ha costado unas 3.500 pesetas poco más o menos (también hemos bebido una pinta de cerveza, luego hago el rating). Nos han invitado a licor de almendras, y la cocinera ha salido a preguntar que tal, liándose a hablar en flamenco con la mesa de al lado. Además, hemos visto a unos novios haciéndose fotos muy curiosas (hacían como que se tiraban de un puente, la novia ha hecho como que se tiraba al canal, etc...). |
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Bueno, voy a intentar hacer una crónica de la tarde de ayer. Son las 11:44 a.m. y estamos ya yendo hacia Holanda. Hemos pasado una tarde-noche y un trocito de mañana en Brujas. ¡¡Qué bonito!! |
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Pues la casa en la que hemos estado era bastante curiosa. Al llegar, nos salió una chica de unos 35 años, de estas grandotas, rubia, con ojos claros; y con un crío o cría (aún no lo tenemos muy claro) de unos tres años que se parecía mogollón al hijo de Michelle Pfeiffer en Un día inolvidable. Más tarde llegó el padre de la familia. El niño/a se llamaba Svenja. La madre nos dijo que entendía castellano, pero que no lo hablaba, pero el padre sí que lo hablaba bastante decente. Luego nos dijo que fue guía en Salou durante un año. |
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Bueno, a tener en cuenta: en Bélgica hemos visto que lo normal es pagar lo primero. En los bares, según te sirven pagas, y en la casa también pagamos antes.
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Bueno, un punto un poco surrealista para entrar a la ciudad fue que un perro estaba meando en el foso que rodea a la ciudad mientras un pato le graznaba desaforadamente. La lucha por los territorios está vigente entre todas las especies. Además, las puertas de esa entrada a la ciudad tenían una torreta con aberturas verticales supongo que para lanzar flechas, y una entrada un poco más ancha que supongo que antiguamente se usaba para los carruajes.
Bueno, pues siguiendo por Staliizer Straat llegamos a la plaza del mercado, centro neurálgico de la ciudad. Estaban haciendo una obra de teatro de calle. Yo pegué un telefonazo a casa (coño, para recordarlo de aquí en adelante, 0034 + número de teléfono), aunque la puta cabina se me tragó 50 francos belgas (200 pesetas), y tuve que preguntarles el prefijo a unas chavalillas españolas que estaban allí sentadas. |
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Soni vio un trocito de la obra y nos contó: el tío pilló a cuatro personas y las hizo ponerse en la posición dibujada (boca arriba, téngase en cuenta) Luego les puso haciendo un cuadrado entre los cuatro, cada uno con la cabeza
encima de las rodillas del anterior, y les mandó quitar las manos de forma que mantenían
todo el peso encima de las piernas. Les vaciló un rato en esa posición hasta que les
mandó a todos levantar una pierna y se tronchó el invento. |
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Bueno, pues parece ser que había música en vivo en Brujas, pero no conseguimos encontrarla. Dimos una vueltilla viendo el ambiente de la ciudad y buscando un lugar para comer, porque ya eran las 7:30 y parece ser que es la hora a la que se cena normalmente aquí. También preguntamos lo de dar un paseo por los canales, pero justo estaban chapando, así que decidimos ir el día siguiente. Para cenar nos decantamos por un italiano, nos pedimos tres platos para ir rulándolos y pedimos un par de cervezas más para el rating. Pues comimos langostinos del Chef (que picaban bastante, pero menos mal, porque parece que cuecen el langostino sin sal y los langostinos en sí están un poco sosos); tortilla de la casa (que era tortilla francesa con jamón, queso, champis y tomate) y Lasaña de espinacas (bueno, a mí no me apasiona lo verde, pero estaba buenilla). De postre, Batida de Coco Soni y Capuchinos Frank y yo (que son como nuestro café con leche vasco).
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Bueno, pues con la tripa llena, seguimos paseando por los canales. En una de las calles pasamos por una casa de esas de anuncio. Era moderna, pero bonita. Vamos, que pegaba con las callejas antiguas y todo eso. Tenía toda la planta baja iluminada y las ventanas abiertas. Nos sentamos un rato en el puente de enfrente, y de repente, empezamos a oír un piano tocando música clásica. Sonaba a Mozart o algo parecido. Luego vimos al habitante de la casa sentado al piano. Bueno, si buscábamos un concierto al aire libre, eso es lo más aproximado que encontramos. Bueno, justo antes de eso vimos una licorería de esas que venden botellitas pequeñas y nos compramos cuatro de una cosa que se llama Flügel, y que era Energydrink met vodka. Uno nos lo bebimos para probar (Bueno, la que más probé fui yo, porque Fran bebió el primero pero muy poquito, porque hizo vacío; yo fui la segunda y no hice nada de vacío, así que me tragué mogollón de golpe, y Sonia se bebió el culín). La verdad es que sabía a jarabe revitalizante, pero algo debió hacer, porque aguantamos bastante. Más cosas que llamaban la atención era, por ejemplo, los restaurantes. Vimos uno con patio interior del que pillamos el papel. Y otro que bajabas unas escaleras bastante empinadas, y luego era muy romántico, con velitas y todo eso. Bueno, también entramos en una calleja estrecha, estrecha, de esas de película de miedo; y fingimos ahí (tal vez lo de fingir no sea la palabra correcta) nuestras mejores risas de Brujas. Ya se sabe, es el influjo de la ciudad. A la entrada había un futbolín; y siguiendo hacia delante, dejabas la barra a la izquierda. Había un tío pinchando, y luego nos pasaron una hoja de que esa noche había fiesta. Por contar más cosas del bar, si pasabas la barra, a la izquierda había una pista de baile, pero disimulada con unas cortinillas de éstas de tiras verticales. A la derecha estaba el baño, que era bastante surrealista. El de tías era hipergrande, tenía un cenicero y un cartel de no fumar (porros, supongo) y la bombilla era roja, lo que le daba un punto aún más psicodélico. Volviendo sobre tus pasos del baño a la barra, veías las escaleras que subían al primer piso, que era un reservadillo con sofás, etc... No olía a porro en ningún sitio, así que dedujimos que no colaba. Y mira que estuvimos atentos, ¿eh? Además, las luces del bar eran de esas medio sobrenaturales, que te hacen cara de bicho. Donde me puse yo tenía el blanco del ojo y los dientes verdosos. Además, empecé a soltar mi risa de bruja mala y casi acojono a Soni (que sí, Soni, que sí, que vi el miedo en tus ojos. Jua jua jua jo jo je joÒ
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Este folleto parece que es antiglobalización, pero quien sabe, con este idioma tan raro... El de la derecha dice que había una fiesta ese día. |
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Decir por último que la cerveza (de los más normal, caña tipo cruzcampo) costaba 200 pesetas, así que la marcha en Brujas es casi más barata que en Sestao. Vamos, como que yo creo que ya basta por hoy.
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Doy por finalizado el viernes. Última conclusión: los ratings de cerveza. |
Marca |
Fran |
Noe |
Soni |
Cerveza
Jupiler |
Floja |
Suave |
Fresca |
Pils |
Normal |
Se
parece a la Jupiler pero más amarga, más buena |
Normal |
Hoegaarden |
De
trigo, por la textura |
Con
cuerpo, rica. |
(tras
varios sorbitos)¡Riquísima! Sabe un poco a manzana. |
Rodenbach
(tostada) |
Tiene
Fruta |
Vino
con gaseosa mezclado con cerveza ¡aj! |
¡Qué
buena! |
Jan
Van Gent |
De
lux |
Rica,
rica. Un poco amarga, pero no demasiado. Con cuerpillo. |
Buena,
sin más. |
Tongerlo
Dubbel |
Para
después de comer |
Espesilla,
me sabe un poco a aceituna |
Amarga |
Palm |
Parece
vino |
Sabe
dulce |
A
mí me gusta |
Duvel |
Tipo
Vol-Dam pero más clarita |
Más
flojilla. Amarga pero un poco ácida |
Normal,
tirando a Vol-Dam |