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Tras
una horita de retraso, mi avión partió dirección a La Habana lleno de Italianos
(principalmente hombres), bastantes personas cubanas de ambos sexos, y un@s poc@s
peninsulares. La verdad, que el vuelo fue bastante bien, pero fue un completo
aburrimiento. Pese a haber dormido tres horas el día anterior, no conseguí pegar ojo, me
tragué tres películas (una horrible, otra media y solo una decente), leí cosas en mi
guía, me di paseítos... y me entretuve haciendo fotos algunas veces; pero la verdad que
viajar sobre el atlántico es bastante aburrido. Creo que esta foto es de Castilla, así
que en realidad aquí no comienzan las fotos extranjeras....
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Mi
llegada a La Habana fue bastante apoteósica: llegué a las 11 de la noche, y el huracán
Charlie acababa de pasar por allí dejando un rastro de árboles arrancados. No había
suministro eléctrico salvo en aquellos sitios en los que tenían generador particular, y
en consecuencia en muchos lugares no había agua corriente, ya que funcionaban por bombas
eléctricas. Llegué a la casa que había reservado para hospedarme con ayuda de mi
linterna, y me saqué una foto en automático en mi habitación. Aquí todavía tengo
ciertos michelines... mi enflaquecimiento se irá viendo posteriormente. Eso sí, me
clavaron 35 dólares del ala, y viendo el percal, decidí largarme inmediatamente al día
siguiente y dejar la Habana para mi retorno.
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Los
billetes de bus eran de este pelo. Luego también te daban unas tarjetitas como de papel
de estraza que eran el comprobante de tu equipaje: en base al número de maletas te daban
un número de papelitos, pero evidentemente de esos no pude conservar ninguno, porque al
darte la mochila los rompían....
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Bueno,
pues este es el camino de retorno a La Habana. Ya era muy cerquita de la capital, y la
saqué desde el autobús (es que vaya anocheceres).
Las fotos de abajo son del malecón.
El primer día que me levanté de la cama en La Habana me pillé un taxi y me fui a centro
Habana, cerca del Capitolio, para visitar donde en teoría vivía mi familia. Ya no
vivían allí, pero una vecina me marcó el teléfono y hablé con mi prima, que me dio la
dirección; así que me fui hacia el malecón y lo recorrí hacia la zona del Vedado, que
era donde estaba dicha dirección y también en realidad donde me alojaba.
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Una
vez hecha la visita, me volví caminando caminando otra vez al Capitolio, y me metí a
verlo. La verdad es que era bastante impresionante: la estatua esa era inmensa (49
toneladas de peso y 17 metros de altura). Representa a Júpiter, y es la tercera escultura
bajo techo más grande del mundo. Debajo de la cúpula, al pie de la estatua, se puede ver
en el suelo una copia de un diamante de 24 quilates.
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En la foto de arriba no sé por donde demonios me colé (creo que no se
podía) y acabé en el estrado de la cámara de representantes o del Senado, no tengo
claro cual es cual... respecto al pasillo de la foto de la derecha, que es el de la
entrada, tiene 120 metros de largo y se le conoce como el salón de los Pasos perdidos. |
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A la izquierda, estatua de Jose Martí dentro del capitolio (luego
hablaré del memorial, que estaba en el Vedado) y arriba, el Gran teatro de la Habana; que
antes de la revolución, era el Centro gallego (joder, como se lo curraban estos gallegos,
oyes...)
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Buenoooo, essse montajeeee. Esto ya es al día
siguiente. Me pillé uno de esos taxis que paras y compartes, me paré en Centro Habana y
me fui caminando por la calle O'donnell hasta llegar a la Habana vieja. Cuando conseguí
encontrar la Catedral, como era domingo, estaban en misa; y evidentemente me metí a ver
lo que contaban. Bufff, vaya chapa. Eso sí, me tiré allí como media hora observando a
la gente... la parte de fuera de la catedral estaban llenos de cazaturistas. Desde dos
tipo con guitarra cantando "quizás, quizás" o "dos gardenias para
tí" mientras perseguían grupos de guiris; hasta tipos solos que con la excusa de
preguntarte la hora, sabían tu nacionalidad y comenzaban a soltarte la chapa de que ellos
no querían tu dinero, que solo querían charlar; y que por qué no quedabas con ellos
para ir a algún sitio... bueno, essso, unos cuantos pesados de los que huí cual
perraka....
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Este
mural estaba en la calle mercaderes, cerca de la Catedral. Eran artistas (músicos,
literatos, etc...) cubanos de primeros de siglo. Como cosa llamativa, decir que abajo, a
la derecha del todo, está la única persona negra, que fue un violinista: Claudio José
Domingo Brindis de Salas. Gertrudis Gómez de Avellaneda debió ser una mujer de la leche:
era escritora, y fue de las primeras feministas conocidas en Cuba. Luego, en el museo,
descubrí un cuadro de ella, y al menos ahí estaba muy guapa. En este mural se la ve ya
bastante más mayor.
Respecto a la iglesia de debajo, tengo un problema... como que no
recuerdo qué iglesia es ésta. Puede ser la Iglesia del Espíritu Santo, pero también
puede que no lo sea. Yo sé que no la estaba buscando, que me la encontré, y que encima
un tipo comenzó a soltarme la chapa justo cuando sacaba la foto; así que las saqué y
salí pitando... a saber...
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De
vuelta hacia Centro Habana, con dirección al Museo de Bellas Artes, me encontré este bar
y claro, entré por curiosidad. Desde luego que el tipo que lo atendía tenía de
bilbaíno lo que yo de Angoleña... el que montó el bar sí que era de Bilbao, pero en
los años 60 se había vuelto pa su tierra. Encima, trataron de tangarme, pero no me
dejé!!! qué maldito, oyes...
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Como el Museo de Bellas artes (que tiene dos edificios) me dio pegas (el
de arte cubano estaba cerrado por reformas, mierda, y el internacional cerraba media hora
después, así que decidí dejarlo para el día siguiente); me largué al museo de la
revolución, que está en el palacio presidencial; que es realmente impresionante. Arriba,
el salón de los espejos, que era impresionante; y el tanque de la otra foto es un tractor
reconvertido en arma de guerra... impresionante también...
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Cambio de
día. Al día siguiente decidí caminar por la zona del Vedado. Como el cementerio de
Cristobal Colón me pillaba bastante cerca, comencé con él...
Esto es un mausoleo.
Este cementerio el más importante de Cuba, y están enterradas aquí alrededor de un
millón de personas desde 1868. Yo estuve deambulando por él y había algunas tumbas
bastante impresionantes..
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Seguí
mi ruta hacia la plaza de la revolución, y llegué al memorial de Jose Martí, que es
esta torre impresionante que tiene un mirador. Problema: ascensor estropeado por problemas
de voltaje, con lo cual no pude subir. Es más, volví dos días después, y seguía sin
arreglarse. El edificio de la foto de la derecha es el ministerio del interior...
Proseguí
caminando y, aunque me perdí un poco (acabé delante del hotel de lujo de Habana Libre y
me metí dentro a curiosear. Acabé escribiendo un mensajito de correo para descansar, y
luego proseguí mi marcha); acabé encontrando finalmente la universidad. Eso sí, me
pilló una chaparrada en un parque y en una avenida en donde no había forma de
resguardarse (leñes, y yo con bronquitis y sin chubasquero...) La foto de la derecha es
en el interior de la universidad, pero fui un poco torda, porque no la saqué bien. A la
izquierda, donde la gente está sentada en la hierba, había un tanque de guerra nada
menos.. eso sí, la gente que se ve al fondo estaba bailando salsa con la música a
tope...
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A
quel
día me enganché un grandísimo mosqueo. Vamos, que aguanté silbidos, besos a distancia
y pesados que me soltaban la chapa. Con complejo de perro (de verdad, es que me enervo),
me largué a mi casa maldiciendo en varios idiomas; pero gracias a quien sea, esa noche
finalmente no llovió; y me pude ir al morro de la Habana a ver el cañonazo acompañada
de Raimundo, un contacto que me dio Celia, una amiga de Bilbao. Ya el ir acompañada hace
que te dejen en paz, y además Raimundo es un encanto: un hombre culto que me mostró
muchos lugares interesantes contándome la historia de cada sitio. La foto de abajo está sacada desde el Morro, y es la Habana vieja...
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Respecto
al rito del cañonazo, contaré un poco lo que ví. Primeramente, un tipo encendía unos
cubos de brea (supongo) en cuanto se apagaban todas las luces de la fortificación.
Entonces, sonaba de fondo una voz que iba diciendo: "¡Silencio! ¡En esta ciudad ya
nadie puede entrar! ¡De esta ciudad nadie puede salir! ¡Silencio!". También le
daba un nombre al cañón, pero no recuerdo cual. Luego, comenzaban a sonar unos tambores
y aparecían tres artilleros, tres soldados y un capitán. Los tres artilleros dejaban
apoyados unos con otros sus fusiles, y procedían a cargar el cañón. Luego, lo
orientaban hacia arriba y... ¡pumba! Explosión. Por último, todos desfilaban de
vuelta por donde habían venido.
A continuación, dimos un paseo nocturno por la Habana
vieja, donde Raimundo fue enseñándome ciertos sitios curiosos y contándome anécdotas
históricas:
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Hay una
zona que no tiene abastecimiento de agua y está poblada principalmente por negros, que
tiene una historia particular. Antiguamente, la gente de dinero poseía mansiones con un
amplio zagúan de entrada donde aparcaba su coche de caballos, pero a medida que la ciudad
crecía, para alejarse del barullo, se fueron a vivir al Vedado. Ahora bien, sus antiguas
casas las dividieron en minúsculos compartimentos para alojar allí a todas sus familias
de esclavos y libertos. En conclusión, ahora es el barrio más pobre, y es donde viven
los descendientes de esos esclavos. A ese tipo de casas se les llama solares. Curioseando
luego en la guía, descubrí que ésta decía que era el barrio más pobre y que no había
que aventurarse por allí por la noche... no se, yo no ví inseguridad... bastante ocupada
estaba la gente acarreando baldes de agua a sus casas...
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Antiguamente,
toda la ciudad estaba fortificada, y aún quedan algunos restos de la muralla en diversos
lugares de la ciudad: al lado de la estación de trenes (que por cierto, es muy bonita,
pero como era por la noche y no iba a verse bien, no le saqué foto), o también frente al
palacio presidencial o museo de la revolución (si os fijáis en la foto de ese palacio,
se ve la muralla a la izquierda), o en algunos puntos cercanos al malecón.
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La calle
del chorro se llama así por ser el lugar desde el cual se suministraba el agua a toda la
ciudad.
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Visitamos
también la bodeguita de en medio, que se llama así porque antiguamente las tabernas
siempre se ponían en las esquinas, pero ésta la abrieron en el medio de un bloque. Allí
tomaba Hemingway sus mojitos, pero sus daiquiris (gran borracho este Hemingway) se los
tomaba en la floridita, que es un lugar que tiene una escultura de este caballero allí en
donde solía sentarse (en una esquina de la barra). Por cierto, yo no lo sabía, pero
Hemingway se suicidó aquí, en Cuba...
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Esto
fue al día siguiente, después de todas mis compras (o en medio, no recuerdo). En el
museo de África estaban haciendo una danza africana con simbología religiosa. Recuerdo
que la mujer de amarillo creo que simbolizaba a Yemayá. Luego había otra mujer y el
niño, que también simbolizaban a varios dioses. Nos quedamos un rato observándolo y
seguimos nuestro camino...
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Bueno,
estas fotos ya son del último día. Como prioridad, me fui de nuevo a la plaza de la
revolución para intentar subir al mirador, pero como ya he contado antes, ni de coña...
seguía estropeado el ascensor. Así que me metí en el memorial de Jose Martí. Lo que
más me gustó fueron algunas de sus frases, pintadas en las paredes: "Aplazar no es
nunca tomar una decisión", "la educación empieza en el nacimiento y termina
con la muerte" o, el de "la patria es la parte de la humanidad que mas cerca nos
toca". Luego había por ejemplo otra mas larga que venía a decir que el Ser humano
tiene una parte de león que odia ser oprimida, pero que oprime en cuento puede; que odia
el monopolio pero monopoliza cuando le dejan; y que un ser humano es justo cuando es capaz
de quitarse cosas para que todos las demás las tengan... interesante tipo este Martí....
La
foto de la derecha es de una exposición que había sobre el 11 de septiembre. Siempre era
la misma foto con distintas variaciones, a mí ésta me resultó curiosa....
Abajo, mi despedida de mi familia. En el centro, Mary, mi prima segunda. Y a su lado,
Loló, la sobrina de mi abuela... Esas vistas son las que se ven desde su ventana del 10º piso, y que conste que encima el ascensor estaba estropeado y me los tuve que subir a
patilla...
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Encima,
a la izquierda, tenemos a Raimundo con su mujer y con su hija; y a la derecha, están
Madeleine y Rosana, dueñas de la casa en la que estuve. Falta Felipe, el marido de
Madeleine, pero aquel día no pude despedirme de él.
Bueno, fin de mi viaje... esa foto
es del amanecer desde mi avión. Pero sí que voy a contar mi experiencia en el
aeropuerto... Llamé a Iberia para enterarme de cuanto tiempo antes debía ir, y me
dijeron que estuviera allí 4 horas antes (bufff, a las 7 de la tarde, hasta las 11 que me
salía el avión). Les hice caso, y a las 7.15 estaba allí. ¿qué pasó? Que cuando
facturé, la mujer me dice que voy a tener que cambiar el avión de Madrid a Bilbao porque
hay retraso. "¿Cuanto tiempo de retraso?" pregunto yo inocentemente...
"Cinco horas". AAAAHHHHHRRRRRFGGGGGA!!!! ¿y qué coño hago yo ahora hasta las
4 de la mañana? Evidentemente no se lo pregunté a la tipa. Eso sí, me dio un bono de 12
dólares, regalo de Iberia, para que cenara. ¡qué generosos!
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Total,
que tras meterme en internet para escribir mensaje para que avisaran a mis padres de que
no se agobiaran; me tomé un botellín de agua en la cafetería y opté por meterme al
restaurante a eso de las 9.30. Allí ocupé yo sola una mesa, pero como ya no había más,
pusieron a mi lado a un caballero de unos cuarenta y pico o cincuenta años que resultó
ser cubano, que era marino y que iba a embarcar al puerto de Santander. Total, que
comenzamos a charlar, comenzamos a bebernos cervezas bucanero y oyes... qué rápido que
se me pasó el tiempo y que medio mandanga que nos agarramos. Me dio su dirección por si
algún día volvía a la Habana y yo le dí el móvil por si en algún momento pasaba por
Bilbao.
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