Nos levantamos por la mañana mañanita y condujimos de un tirón hasta Rotorua, ya que los pueblos que había de camino eran cuatro casas sin taberna en la que refugiarse. Llegadas allí el primer problema a soliviantar fue el alojamiento: escogimos el Crash Palace, que valía 18 dólares y que tenía un Spa, aunque no llegamos a usarlo; y una mesa de billar, que sí que utilizamos por la noche. A continuación hicimos una pequeña incursión en la ciudad para comprar un adaptador (porque el que teníamos lo perdí yo en Hastings), para tomar un café y comer algo y para meternos en Internet. Ahí empezaron mis ovarios a joder y, pese al pastillazo que me metí, tuve que ir a postrarme en cama en posición fetal hasta que el duro momento se pasó. Dormí un par de horas, nos duchamos, pusimos lavadora, y Krispula se fue de excursión por la ciudad mientras yo me recuperaba, leía y cuidaba de la lavadora. Así que ese día, en mi caso, fue bastante poco operativo, por no hablar de que luego por la noche empezó a refrescar y no dormimos muy bien ninguna de las dos.
Abajo a la izquierda, el putón verbenero de la krispula, que andaba sacándose fotos mientras yo estaba toda hecha mierda agarrándo mis ovarios; y luego las demás las sacó ella en su incursión por la ciudad...
¡¡y llega el sábado!! ¡¡pedazo día operativo!! Estuvimos en dos parques naturales que merecen página propia, el Wai-o-Tapu thermal Wonderland y el Waimangu volcanic valley. ¡¡¡Impresionantes!!! pincha en ellos para verlos...
Una vez vistos ambos parques nos largamos de Rotorua rumbo a la costa norte
y, tras una breve investigación, optamos por Papamoa Beach, una playa
kilométrica cercana al Monte Maunganui. La playa era guapa, y encontramos un
lugar donde aparcarnos semiocultas por árboles y por una bajadilla del
terreno. Y así, reventadas por nuestro intenso día, caímos fritas cual
perrakas en aceite. Arriba se nos ve (al menos a mí) el nivel de reventamiento general. A la derecha, a la mañana siguiente, desnudo frontal de Lola de puertas abiertas en el lugar en el que dormimos... |
Llegado el día siguiente, que era Domingo, el día de los pueblos muertos, nos fuimos un corto caminito al Monte Maunganui, donde tomamos cafelito en un bar de surferos donde indicaba los báteres con las palabras "dudes" y "chicks" y con foto de surfero chico y surfera chica. El pueblo y su playa, recomendados en la Lonely, nos parecieron excesivamente turísticos, así que nos fuimos cruzando un puente hacia Tauranga, una gran ciudad que esquivamos para irnos a la península de Coromandel.
Hicimos una parada en KatiKati que es aún la zona de Bay of Plenty, y que tiene dos cosas muy curiosas: la ciudad está llena de murales en las paredes y hay un parque que se llama Haiku Pathway con Haikus en las piedras. No son frases lapidarias, pero todas tratan de la naturaleza, y el Haiku debe ser un poema con una métrica concreta originario de Japón. Allí nos entró el hambre y nos comimos un pedazo de pizza impresionante con salmón, queso brie, pimiento y mango. Hasta el riau, oyes...
Este es el Haiku Pathway. Arriba a la izquierda, en unas esculturas que había a la entrada.. hay quien dice que Kris parece un pokemon, ja, ja... arriba, en un puente que había en un parque, y a la izquierda una demostración de cómo eran los Haikus... |
Proseguimos hasta Whangamata en donde, para acabar ya de explotar, nos metimos un gigantesco batido de vainilla yo y un helado la Kris, y nos arrastramos a la playa de dicho pueblo a tratar de digerir todo lo ingerido. La playa es realmente gigantesca, pero optamos por seguir más hacia arriba, ya dentro de Coromandel...