East Cape

    Tras desayunar con Luna y despedirnos de ella, nos encaminamos al norte, hacia Napier. Napier es una ciudad grande, y no nos apeteció parar en ella, así que seguimos hasta Wairoa.

    La Lonely dice que la costa este es la parte menos turística de la north island. Hay mucha historia morí, y muchos maoríes viven aquí. Es la región donde se filmó Whale Rider, y se supone que se basa en la mitología de la tribu principal de esta zona.

     En Wairoa había un faro al lado del río, porque lo habían trasladado. Su playa estaba en la desembocadura del río, así que fue una foto curiosa. Allí pillamos una bandejita de sushi y una salchicha y avanzamos hasta Mahia.

    Ya en Mahia, vimos que eran unas casitas a la vera de la playa: un lugar al que retirarse lejos del mundanal ruido. Hubo relajación, escritura, y oteamos el mar.

    Como el día se acababa, emprendimos la marcha hacia Gisborne, con Lola pidiendo fuel. Hubo un momento de semihisteria cuando todo parecía muerto y Lola empezó a reclamar desesperadamente, pero finalmente, a ocho kilómetros de la catástrofe, apareció Gisborne con sus gasolineras y respiramos tranquilas. Eso sí, en los momentos de crisis hemos descubierto que nos da por la risa histérica.

    Ya abastecidas, atravesamos Gisborne en busca de un lugar donde sobar y llegamos a Wainui Beach, justo en sus afueras. Como era noche cerrada no veíamos un carajo, con lo cual acabamos sobando en el parking de un colegio. A la mañana siguiente desayunamos en la playa, que estaba oculta por un mogollonazo de casitas; y a la que solo se podía acceder a pie. Luego fuimos a Gisborne a hacer unas gestiones y nos dirigimos a la parte mas salvaje: a partir de aquí había muchos kilómetros sin una gran ciudad.

    La primera parada fue Tolaga Bay, y fue larga y provechosa. Tomamos café, paseamos la playa, hicimos dos veces el mismo camino para encontrar un famoso embarcadero que finalmente conseguimos encontrar gracias a las indicaciones de una señora maorí que creemos que casi no hablaba inglés.

Y así, comimos y nos fuimos hasta Tokomaru bay, donde Kris osó hacer topless, aunque unos energúmenos nos chillaron algo y salieron pitando en el buga... Descubrimos que se podía acampar incluso con vistas al mar, y optamos por pasar allí la noche. Además, había un bar al lado de la playa con un mirador gigantesco donde jugamos al billar, Kris descubrió los black russians de KGB (en vez del vino que tan malita me la pone), estuvimos admirando a dos maoríes maduritos buenorros con rastas y, finalmente, nos fuimos a sobar.

     Ya al día siguiente, ascendimos la carretera hasta llegar a la costa norte. Hicimos un inciso en Ruatoria, un pueblito absolutamente lleno de maoríes, donde nos tomamos un cafecito observando a nuestro alrededor. En la acera de enfrente había un grupo sectario que cantaba canciones de misa que duraban una aternidad. Vi un tipo con toda la cara tatuada y otro, obeso, me pidió un cigarro y me preguntó si estaba acompañada, ya que Krispula estaba en una cabina unos metros más allá hablando con el Pabliño. Muchos se saludaban a la forma maorí y todo el mundo que pasaba frente al bar en el que estábamos, pitaba para saludar a la señora que lo atendía.

        Finalizada la parada, ascendimos hasta Hicks bay donde, sin querer queriendo encontramos una calita maravillosa casi para nosotras solas en donde ambas nos bañamos y Krisp probó de nuevo con el topless. Eso sí, esta vez no tuvo que soportar ningún improperio. Nos pegó bien pero bien el sol, qué gustillo; pero tras un par de horas nos entró el hambre y proseguimos nuestro camino.

     Paramos en un pueblito llamado Waihau en un camping, donde nos comimos un plato combinado (que venía acompañado de una ensalada buenísima con remolacha y mayonesa, patatas fritas y dos huevos con apariencia frita pero que parecían escalfados: es como si los hubieran frito en agua; y de postre un mocacchino, nuestro último descubrimiento cafeteril).

     Esta es una iglesia que había allí, en medio de la nada... parada fotográfica y palante...

 

    Ya con la tripa llena nos fuimos a Opotiki, una ciudad un poco más grande para planear nuestra incursión posterior en Rotorua y toda la zona volcánica mientras consumíamos black Russian y cervezota (esta era local y se llamaba "masonic").

De ahí nos fuimos a buscar donde dormir y encontramos una calita maravillosa en las afueras de la ciudad y allí dormimos, bajo la protección de un árbol, ya que el cartel indicaba que en teoría allí no se podía pasar la noche. Abajo se ve el anochecer, y ese cono que se ve a lo lejos es la White island, una isla volcánica que podía verse desde la costa...

    A la mañana siguiente nos sacamos fotos en los tótem de la entrada de la playa y proseguimos nuestra marcha hacia Rotorua y, por ende, toda la zona volcánica...

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