Momentos Glaciares

Comenzamos el día con una buena obra... tras no coger a un autoestopista con cara de buena gente, nos entró el cargo de conciencia y cogimos a un chavalín alemán llamado Ivy, muy majete, que nos acompañó en nuestro camino a los glaciares.

     Hicimos una breve parada en un lago que había en el camino para la foto de rigor, y allí que nos dirigimos...

     Aquel día estuvimos meditando sobre qué tipo de excursión hacer, y finalmente nos pegó un arrebato "pijo" (joder, pero como nos lo pasamos) y decidimos pillarnos un vuelo en helicóptero para el día siguiente que nos dejaba en el medio del glaciar para luego estar pateando dos horitas con crampones siguiendo a una guía.

     Sin embargo aquel día lo teníamos libres, y la kris me llevó (literalmente, conducía ella) por un camino de cabras hasta la playa Gillespie, muy cerquita de los glaciares. Pese a que pensábamos dormir allí, la proliferación de sandflies (unos bichos mutantes cruce entre mosquito y pulga cojonera) nos expulsó a un mejor lugar. Eso sí, la playa era una pasada...

 

     Aquel día también estuvimos en el lago Matheson, cerca del Fox Glazier. El lago es la maravilla que queda a la derecha, pero el primer día que fuimos estaba nublado y no se veía ná de ná, como puede verse abajo. Al día siguiente, al levantarnos, descubrimos todo despejado y nos fuimos corriendo como galgas al mismo punto. Puede verse que cambio espectacular de paisaje...

 

     Y bueno, estas son las vistas del monte Cook de camino a ese lago.

 

     El pueblo del glaciar Franz Josef, que es al que trepamos, no era un pueblo como los de aquí: recordemos de aquí en adelante que allí un pueblos son cuatro o más comercios al pie de una carretera, y que allí nunca vive nadie. En este caso, aún más exagerado: cafeterías, lugares en donde contratar excursiones de treking, vuelos en helicóptero... pero nada más...

     Dice la leyenda que un muchacho y una muchacha maoríes vivían cerca del hoy llamado monte cook felices de la vida. Ambos amaban la montaña, y la escalaban siempre que podían. Pero un día, el muchacho se precipito al vacío y murió, y la muchacha, destrozada, comenzó a llorar y a llorar, y sus lagrimas se helaron, y se formo un enorme glaciar... es el glaciar Franz Josef para los anglos, que toma el nombre de un geólogo austriaco de enorme barba blanca. Me gusta mas la leyenda maorí, pero el nombre es mas difícil de decir: Hine Hukatere, que significa, las lagrimas de la chica avalancha. 

     Bueno, pues al hilo de esta leyenda, aquel día hicimos la locura de las vacaciones. La LOCURA CON MAYÚSCULAS. Nos contratamos un tour que implicaba un viaje en helicóptero a la lengua de dicho glaciar, y luego una excursión con crampones y con guía a través de su paisaje helado. El viaje fue tremendo, la caña total, el helicóptero hacia giros en torno al valle del glaciar en perpendicular al suelo y a toda caña, y poco a poco, dando vueltas, nos acercábamos a ese paraíso del hielo. Buff, el hielo azul y blanco, lleno de pasadizos y cuevas, y nosotras trepando como cabras. Tuvimos que meter los pies un par de veces en agua de glaciar, y estaba heladita, heladita... tremendo, vamos. La guía dijo encima que éramos sus primeras españolas, que curioso!!!

    

Tremendas vistas aéreas....

Sin Palabrassssss...................

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