Despertamos fuertes y renovadas y paramos en Kaitaia a gestiones logísticas. Entonces arrancamos con felicidad y nos fuimos hacia el sur, a ver el bosque de los kauris. Llegamos a Kohukohu y allí la suerte nos sonrió, porque el ferry justo nos esperaba a nosotras. El camino era bastante mas largo que el ferry que pillamos en Opua, ya que el río era bastante más ancho. Ese ferry nos dejó en Rawene, donde tomamos una cervecita y contactamos telefónicamente con Kathryn, una profesora de la universidad de Auckland con la que me había estado escribiendo correos electrónicos. De esa forma, ya llegábamos a Auckland con un motivo. Pero es que también Luna, nuestra amiga gallega, llegaba a Auckland, así que también la llamamos y quedamos con ella en llamarla cuando llegáramos a la gran ciudad.
Felices por haber contactado con todas las personas que queríamos contactar, nos dirigimos ya hacia el bosque. Justo al norte, en Omapere, paramos en una bahía maravillosa a sacar fotos. El color del agua era absolutamente imposible... |
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Y así llegamos al Waipoa kauri forest. Y... ¿qué nos encontramos allí? Empecemos por el punto de vista mitológico:
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En el principio del mundo, sólo había
oscuridad.
Rangi, el padre cielo y Papa, la madre tierra, yacían entrelazados, con todos
sus hijos viviendo entre sus cuerpos.
Éstos no tenían espacio, no tenían luz; así que uno de sus hijos,
Tane Mahuta, plantó sus pies sobre su madre Papa y los brazos sobre su padre
Rangi y, estirándose, logró separarlos.
Todos sus hermanos pudieron así volar,
pero Tane se dio cuenta de que sus padres habían quedado desnudos y desvalidos.
Las lágrimas de su madre formaron mares y ríos, y Tane decidió vestirla de
verde.
Para ello, creó los árboles
pero al principio se equivocó y puso sus raíces mirando hacia el cielo y sus
ramas abrazando la tierra.
Pero así no podían vivir el resto de los hijos de Tane: los pájaros y los
insectos,
así que creó a Te Matua Ngahere, un árbol monumental que les dio la vida a esos
animales
y que le sirvió para colocar al resto de sus hermanos de la forma correcta.
Entonces miró a Rangi, que también yacía
desnudo sobre su cabeza,
y Tane fue a pedirle a otro de sus hermanos, que era un volcán, que le diera
luces con las que vestirlo.
Su hermano llenó una cesta con pequeñas luces que salían de su cráter,
y Tane la arrojó hacia su padre,
de forma que esas luces y esa cesta quedaron allí flotando y hoy las llamamos
Vía Láctea y estrellas.
Os presento a Tane Mahuta...
Y ahora los datos mundanos:
Tane Mahuta: Dios del bosque. 60 metros de alto y 5 metros y pico de grosor. 2.000 añitos estimados de ná.
Te Matua Ngahere: Padre del bosque. 30 metros de altura y 10 metros de grosor. 2.000 añitos estimados de ná también.
Four sisters: que en realidad eran tres kauris juntos, delgados y altísimos.
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Las raíces de los Kauris son delicadas, así que ibas todo el rato por encima de pasarelas. Aun así, siempre había alguno al que poder abrazar...
Enfrente del Te Matua conocimos a una alemana afincada en Escocia que hablaba castellano, y que luego resultó que andaba haciendo dedo con otros dos puretillas, así que les acercamos hasta el camping. Muy maja, realmente. Ella se iba a Bay of Islands a hacer un trabajo de voluntariado, y era la cuarta vez que se venía a este país. Una vez descargados nuestros huéspedes teníamos un hambre impresionante, pero los pueblos eran realmente enanos; y no paramos hasta llegar a Dargaville. Allí nos pillamos un country fried chicken (llevábamos todo el día sin comer) y nos fuimos a la Baylyes Beach, en las afueras: una playa inmensa con rocas erosionadas que parecían del cañón del colorado.
Tras un paseo por la playita, nos metimos a sobar en las interioridades de Lola, si bien hubo un gato petardo que maullaba y maullaba con la intención de no dejarnos dormir...