2ª PARADA: NÁPOLES... |
Llegamos a Nápoles a mediodía. Del sol abrasador del día anterior poco quedaba: cuanto más nos aproximábamos hacia el sur, más empeoraba el tiempo. Nuestra llegada a la estación de tren de Piazza Garibaldi coincidió con un chaparrón infernal. Una vez arreglada la compra del billete para el siguiente día, nos encaminamos hacia el hotel Cavour, a 5 minutos caminando. Lo que allí encontramos no eran charcos: eran pozos en los que no podías ver el fondo. Conseguimos llegar sin ahogarnos a nuestro destino y, dado el mal tiempo, nos dedicamos a otros menesteres como comprar en un supermercado, comer en un restaurante y, al ver que había dejado de llover, osamos coger un metro hacia el centro de la ciudad. Allí, cogiendo un teleférico, llegabas a una parte muy distinta de Nápoles: la residencial, de edificios limpios y aire tranquilo. Unas vistas maravillosas nos esperaban en el Castel Sant’Elmo. Al bajar, optamos por cruzar por todo el “casco antiguo”. Bulla, tráfico loco, calles sucias.. aquí no se usa el dinero para arreglar la ciudad. Pero la ciudad está viva: en dos días Italia juega la final del mundial de fútbol. Se venden banderas, camisetas... cada dos por tres se oye estallar un petardo. Aquel día nos retiramos pronto: al día siguiente Pompeya nos esperaba. |
CASTEL SANT'ELMO |
PORT'ALBA |
BICHEANDO POR EL CASCO ANTIGUO |
SAN PAOLO MAGGIORE |
DUOMO |
... POMPEYA... |
Y allí vamos.. a Pompeya!! Pero primero, un poco de historia: En el año 79 los pequeños terremotos que de cuando en cuando sacudían la zona aumentaron considerablemente, tanto en tamaño como en intensidad. Uno de ellos llegó a bloquear el flujo de agua del Aqua Augusta, el acueducto que abastecía a Pompeya y las ciudades vecinas, unas 48 horas antes de que se produjese la erupción que se avecinaba. A las diez de la mañana del día 24 de agosto se produjo una explosión cien veces más potente que la de la bomba de Hiroshima. La parte más alta del Vesubio voló por los aires, comenzando la emisión de gases, polvo y cenizas a la atmósfera. Se calcula que la nube alcanzó entonces más de treinta kilómetros de altura. La mayoría de los habitantes de la región se encontraba hasta cierto punto tranquila, ya que ignoraban todo lo relativo a los volcanes. El Vesubio llevaba más de 1.500 años sin entrar en erupción, mucho antes de la propia fundación de Roma y Pompeya, por lo que sus habitantes lo tenían por una simple montaña inofensiva. Poco después, la ceniza comenzó a acumularse en la atmósfera, formando una nube negra que el viento empujó hacia el sureste. Así, Pompeya quedó oscurecida como si se hiciese de noche en pleno día. A la ceniza le siguió una lluvia de piedra pómez sobre la ciudad, un fenómeno inaudito para los romanos, que pronto comenzó a acumularse sobre las calles y tejados. Gruesas capas de ceniza cubrieron las dos ciudades situadas en la base de la montaña, y sus nombres y localizaciones fueron olvidados. Herculano fue redescubierta en 1738, y Pompeya en 1748. |
ANFITEATRO |
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TEATRO GRANDE |
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PINTURAS ERÓTICAS DEL LUPANAR |
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... Y VUELTA A NÁPOLES |
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Nuestra última tarde en Nápoles. Como aún no habíamos visto el mar, nos fuimos en metro hasta un punto alejado y luego nos fuimos por el paseo de la costa. En el camino, el Palazzo Reale y, entrando un poco hacia el interior, el Castel Nuovo, rodeado de perros guardianes. Ya atardecía, y estábamos muy cansadas; así que cogimos un autobús de nuevo hacia la Piazza Garibaldi y nos fuimos a nuestro hotel. |
PASEO DE LA COSTA |
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A la izquierda, el Palazzo Reale
A la Derecha y abajo, el Castel Nuovo, con sus perros guardianes |
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