8ª PARADA: VENECIA
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Continuamos nuestra ruta por el Véneto. Verona está muy cerca de Venecia: cogimos un tren cutre salchichero con mil paradas que tardó 3 horas. Es muy curioso llegar en tren a Venecia. Primero llegas a la Venecia moderna, en la que ni te paras; una ciudad grandísima y de cemento. Pero luego, de repente, entras en una especie de lengua de tierra con mar a los dos lados; por donde pasa la vía del tren y una carretera. Y así llegas a la Venecia digna de conocer.

Llegamos un sábado a media tarde. Todavía los italianos tenían muy reciente su triunfo en el mundial: el Gran Canal estaba plagado de barcas llenas de gente haciendo botellón y disparándote con pistolas de agua. Nuestro hotel estaba al lado de la Academia, un museo a la vera del canal con parada de Vaporetto incluida.

Ese día no hicimos demasiado: buscar un sitio para cenar, tratar de comprar los billetes en la estación (aunque no lo conseguimos); y una primera toma de contacto.

La anécdota veneciana va de restaurantes de lujo: en nuestro hotel Agli Alboretti, había un restaurante de estos de cocina moderna con un menú de unos 80 euros. Claro, todo en italiano, gente bien vestida en un jardín interior y platos que no había quien los entendiera. El sábado entramos a última hora, y en vez de pedir menú hicimos lo que en otros sitios: coger uno de los platos y el postre. No recuerdo ni lo que cogimos: eso sí, como que la cantidad era más de degustación que de otra cosa. Salimos partiéndonos de la risa por lo poco pijas que somos. Al día siguiente tiramos la casa por la ventana y fuimos a cogernos el menú completo. Caro, claro. Delicioso, también.

 

 
PIAZZA DE SAN MARCOS

¿Y qué cosas vimos? Pues fuimos a la Piazza San Marcos, la madre entró en la Basílica (yo no, porque no me dejaban meter la mochila los puñeteros guardas de seguridad); las dos nos subimos al campanil para ver la ciudad desde lo alto. Luego caminamos a Santa María de la Salute. Esta basílica es impresionante: está sustentada sobre casi un millón de pivotes de madera, y se construyó para agradecer el fin de la peste. En su interior están los doce apóstoles y, en el centro de la nave, cuelga una especie de botafumeiro. Un poco más adelante, en la puntita de la desembocadura del Gran canal, está la Dogana di Mare.

Volvimos hacia el mondonguillo turístico y continuamos nuestra ruta de los puentes: Rialto y, luego, el puente de los puños... vamos, que nos pegamos un buen pateo de esta fantástica ciudad
 
BASILICA DE SAN MARCOS
VISTAS DESDE EL CAMPANIL
DESEMBOCADURA DEL GRAN CANAL
 
SANTA MARIA DELLA SALUTE

DESEMBOCADURA DEL GRAN CANAL

LA DOGANA DI MARE

que son dos atlas sujetando una veleta de bronce

PUENTE DE LOS SUSPIROS

Llamado así porque comunicaba la cárcel con el juzgado, y por él pasaban los reos condenados a muerte.

PUENTE RIALTO

PUENTE DE LOS PUÑOS

Llamado así porque, hasta el siglo XVIII quedaban en él los muchachos para pelearse.

Para ir a Burano se coge un vaporetto que pasa también por Murano y otras islas. Cada una de ellas tiene sus especialidades: quien no ha oido hablar del cristal de Murano. Pero en Burano lo que se estila es el encaje. El encaje burano viene de los tiempos de Cristóbal Colón, y hoy en día debe ser muy difícil encontrar encaje del verdadero.

Burano es una explosión de colores: cada casa de uno diferente. Se nota que la otra actividad que predomina en la isla es la pesca. Muchas tratorías de pescado (yo comí una anguila deliciosa)

CASA BEPI

La casa ésta, ni idea de por qué está pintada así. Eso sí, aparece en todos los folletos de la isla. Cuesta bastante encontrarla, sin preguntar yo diría que imposible. Eso sí: ¿quien no querría una casa tan animada como ésta?

De vuelta a Roma, se ve que la madre está reventada de tanta tralla turística...

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