Y ya entonces abandonamos la gran urbe para sumergirnos en la costa del alentejo. Lo primero: conducir hasta Setúbal y, desde allí, coger un ferry que nos llevó a Comporta. En un principio, pasamos de Comporta: seguimos algo mas al sur y acabamos en un camping abarrotado y cutre en Melides, cuyo suelo era de ferrita (diosss, no pudimos ni clavar toda la tienda) y en donde todas las noches habia juerga.
De todas formas, justo enfrente teníamos un restaurante aparentemente cutre pero que flipas con la comida que daba, y la playa estaba bastante cerquita. Eso sí, imposible bañarse: el agua estaba helada. ¡¡Y vaya viento!! La mayoría de la peña llevaba parapetos tras los que resguardarse que clavaba en la arena. |