DAKAR
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PRIMERA PARADA EN DAKAR

Nuestra llegada no pudo ser mas apoteósica. Llegamos al aeropuerto de Dakar un Domingo 6 de febrero a eso de las 9 p.m. Pese a nuestros intentos previos por reservarnos algún tipo de alojamiento para esa primera noche, fue imposible. Me tiré una semana mandando correos electrónicos e incluso tratando de hablar en francés por teléfono con alguno de ellos para conseguir la reserva, pero no hubo manera: todo completé.

Al llegar nos enteramos de cual había sido el problema: había una conferencia mundial en Dakar que justo cogía esa semana, vaya desastre. Así que lo que hicimos fue cogernos un taxi a Dakar, que nos dejó en la plaza de la Independencia, y tratamos allí de buscarnos la vida. Un tipo que estaba sentado en la plaza leyendo un libro empezó a decir que nos encontraba un sitio y empezamos a deambular con él a la búsqueda de una habitación. Estuvimos en varios sitios y nada, pero en el camino, todos cargados con nuestras mochilas y sin un solo franco cefa, vimos a dos chicos que uno era el doble de un amigo de aquí (Jonan, chico, vuestro parecido nos salvó el pellejo). La cosa es que a raíz de la confusión nos pusimos a hablar con ellos, se llamaban Felipe y Pablo y estaban en la conferencia mundial. Eran de Madrid, y estaban hospedados en el Oceanic, muy cerca de allí. Nos dijeron el número de su habitación y nos dijeron que en caso de no encontrar nada, nos cedían un cachito de suelo. Y menos mal, porque allí tuvimos que acudir a las 12 y pico de la noche completamente desquiciados.

Al día siguiente todo mejoró. Nos pusimos unas cuantas tareas prácticas con la intención de abandonar Dakar cuanto antes. Se verá que apenas sacamos fotos: ni a Javi ni a mí nos gustan especialmente las ciudades; pero es que para mi gusto Dakar no tiene nada demasiado llamativo de ver. También es cierto que no hicimos mucho caso a la guía respecto a los lugares curiosos (salvo los restaurantes, ahí si que pillamos unos cuantos bien guapos).

Bueno, el tema es que la mañana la dedicamos a encontrar una habitación (cosa que conseguimos: nos alquilamos un apartamento que nos salió por unos 60 euros) que era grande, estaba limpio y estaba situado cerca del Oceanic, entre la plaza de la independencia y el puerto.

También cambiamos dinero y atamos nuestro billete de ferry para bajar a la Casamance una semana después, porque no hubo manera de encontrar billetes para esa semana, con lo cual cambiaron un pelín nuestros planes.

Comimos en "Le point d'interrogation", buenísimo restaurante en el que repetimos otras cuantas veces más; y tomamos café en el Institute Français

Tras una buena siesta, nos cogimos un taxi a la universidad pensando que con eso de la cumbre habría ambientillo, pero la verdad es que había poquísima gente y el en el concierto nos dio la sensación de que hablaban más que cantaban; así que nos comimos una empanada de carne y retornamos de nuevo al centro de Dakar. Quedamos con Felipe, Pablo y otra gente que habían conocido en la conferencia en el instituto francés y luego nos fuimos a tomar unas cervezas a un garito que era raro, raro...Había tres o cuatro puretas occidentales de más de 50 años y dos senegalesas rompedoras que actuaban de dinamizadoras. Pos eso, raro, raro... Ahí empezamos a detectar la cantidad de turismo sexual que acude a este país.

Bueno, la cosa es que nos despedimos finalmente y nos fuimos a dormir. El plan era abandonar Dakar al día siguiente para irnos a Saint Louis, ciudad que dicen que es la Nueva Orleans de Senegal, y para eso, teníamos que madrugar.

 

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SEGUNDA PARADA EN DAKAR

Y así llegamos a Dakar el martes 15 de febrero. Nuestro barco salía por la tarde, y nosotros llegamos a mediodía, así que fuimos de nuevo a comer a "Le point d'interrogation" (una apuesta segura), luego nos tomamos una cerveza en el garito de la plaza de la independencia y nos dirigimos al puerto.

Por cierto, no he hablado de ese garito, pero merece la pena comentarlo. Según llegamos a Dakar la primera noche, allí nos tomamos nuestra primera Gazelle, y no nos fijamos demasiado (bueno, sí, las camareras estaban tremendas), pero luego nos dimos cuenta de que los clientes eran siempre hombres europeos de mas de 60 años y las mujeres que allí habían eran jovencitas senegalesas. En una ocasión, además, varios viejos me miraban como preguntándose qué pintaba yo allí; pero bueno, ya de tanto ir se había convertido en un lugar de paso.

Ya en el puerto tratamos de comprar un ticket para volver en ferry. La cosa es que hay muy pocos ferrys, cosa que no es muy normal, y hay varias formas de viajar. Se puede ir en cabina (cosa que hicimos a la ida, en una habitación de 8 personas con literas) o en butaca (cosa que tuvimos que hacer a la vuelta, porque ya no quedaban plazas en cabina). El billete no era caro, y luego en el ferry había restaurante y garito con bebidas y bocatas que, sorprendentemente, no eran caros tampoco.

Mas anécdotas del ferry: mucha gente que venía en el ferry de ida también volvió luego en el mismo que nosotros. Observamos mucho a una pareja con un francés joven y guapete con una senegalesa de gesto condescendiente. El francés estaba todo el rato haciendo payasadas (ay, le amour), pero la tía lo miraba con cara de reprobación. Un grupo también bastante grimoso fue el de unos tipos españoles que se nos sentó en la mesa a comer a nuestro lado y que, por su conversación, eran de algún tipo de empresa de seguridad o de algún ejército. Estamos convencidos de que llevaban armas y de que iban a Guinea, pero afortunadamente eso nunca lo sabremos. También volvieron en el mismo ferry que nosotros, pero llevaban un coche y les dejaron salir los primeros, antes que nadie del ferry.

La verdad es que yo dormí fantásticamente en la literita, y si hubo meneo nocturno no noté nada.

 

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TERCERA Y ÚLTIMA PARADA EN DAKAR

Nuestra última estancia en Dakar no fue turística. Aprovechamos sobre todo para hacer las compras que no habíamos hecho durante el resto del viaje (es lo que tiene el ir de mochilero, que cuantas mas cosas pillas antes de tiempo mas te pesa la mochila).

Llegamos a las 6 de la mañana, y teníamos reservada esa noche en el Oceanic, nuestro primer hostel en Senegal. Al llegar tan pronto aún no nos podían dar la habitación, así que dejamos nuestros bártulos y nos fuimos a desayunar al point d'interrogation (una vez mas). Luego nos estuvimos dando un paseo para hacer tiempo con unas ganas locas de que nos dejaran entrar en la habitación para echar una pedazo siesta, porque la gaupasa en el barco había sido matadora.

A eso de las 11 de la mañana al fin pudimos entrar en nuestros aposentos para ducharnos y descansar. Estuvimos allí unas horas, pero por la tarde nos fuimos a investigar los alrededores para saber donde compraríamos nuestros regalos al día siguiente.

Y así pasaron nuestras últimas horas en la capital. El martes madrugamos para hacer las compras antes de dejar la habitación para poder encajar todo como un puzzle en nuestras mochilas. Javi se compró un cesto gigante que hizo las veces de mochila: metió todas sus cosas dentro y lo forró en plástico en el aeropuerto. Por lo demás, de nuevo nos tocó deambular por Dakar para hacer tiempo antes de largarnos al aeropuerto. Fuimos con tiempo de sobra, ya que a las 6 de la tarde estábamos ahí. Si tenemos en cuenta que el avión no salía hasta las 12, podemos hacernos idea del aburrimiento aeroportuario al que fuimos sometidos.

Y así acabó mi primer viaje africano. Como recomendación, diré que me parece imprescindible saber algo de francés si se viaja por libre; casi nadie habla inglés, y mucho menos castellano. Ah, y otra cosa: si a alguien no le gustan los vendedores pesados, tampoco es un buen lugar al que ir. Por la parte positiva, decir que la comida es fantástica, y los hoteles en general estaban bastante limpios.

Por lo demás, quedaron muchas zonas en el tintero: quien sabe si algún día podré volver para ver el parque de Niokolo Koba, o la zona del delta del Saloum.

 

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