Sábado 30 de marzo: Museo de Historia Natural y Central Park
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El sábado amaneció realmente precioso. Fue el único día de poder ir felizmente con la chaqueta desabrochada. Optamos por acercarnos al Museo de Historia Natural y a Central Park, que está justo al lado.

Al bajar del metro, primero buscamos el edificio Dakota, que fue el sitio donde asesinaron a John Lennon. Hoy en día, aún vive allí Yoko Ono. Era un edificio peculiar con portero de librea. De allí subimos al norte bordeando Central Park y pasamos al lado del New York Historical Society, con la estatua de Abraham Lincon en su puerta.

Y así llegamos al Museo de Historia Natural.

Es un museo absolutamente gigantesco: tenía un planetario, animales disecados, cultura antigua de los 5 continentes, una planta con dinosaurios... Si bien nosotros solo pasamos la mañana, realmente este museo da para pasar todo el día tranquilamente.

 

A mediodía dimos por finiquitado el museo y optamos por irnos a comer fuera. Si bien me había apuntado un restaurante recomendado en las guías, lo dimos por imposible al verlo repleto de gente.

Sin embargo, justo enfrente del museo, encontramos un restaurante mejicano con una mesa libre, y decidimos darle al guacamole y a los nachos, aunque Miren se comió una extraña sopa que a Iñigo y a mí no nos despertó demasiado interés.

Una vez terminados, nos aventuramos al interior de Central Park para aprovechar el buen tiempo y ver si, por ser sábado, había un ambientillo especial.

Nuestra primera flipada: la cantidad de ardillas que había. Y además, iban felizmente hacia tí para ver si pillaban algo de comer.

Accedimos al parque desde el lago, bajando luego hacia el sur.

El lago: precioso, con barcas de remos para alquilar.Había carreteras en el parque, pero eran para las bicicletas.

Decidimos ir a Strawberry Fields, que es el lugar donde está el memorial de John Lennon. Hay allí un mosaico regalado por la ciudad de Nápoles donde aparece la palabra "Imagine", y que está cubierto de flores y otras ofrendas.

De allí seguimos caminando hasta llegar a una especie de explanada donde había peña con altavoces y chumba-chumba puesto que bailaban felizmente, algunos sobre patines. Seguimos descendiendo y llegamos a los campos de Baseball, que todavía estaban cerrados. En distintos sitios había coches de caballos para alquilar, engalanadas las bestias y de librea los cocheros (vimos además que tenían mantita para que los pasajeros se cubrieran las piernas). Y aun así, no vimos ni una tercera parte del parque.

Cuando el sol comenzó a desaparecer, optamos por dirigirnos de vuelta al hotel.

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