Aunque dormimos un poco más que otros días, nos habíamos acostado bastante pronto, así que hicimos nuestra última visita a Manhattan antes de irnos al aeropuerto. Volvimos a la tienda del MOMA a hacer unas últimas compras y caminamos hasta el edificio de la ONU, que nos habíamos saltado en los días precedentes.

Dentro había exposiciones: una en particular estaba guapa. Eran unos paneles en los que explicaban las dificultades que tenían los niños en algunos países del mundo para ir a la escuela, con fotos muy chulas.

Y, con tiempo de sobra, no fuera que la liáramos, abandonamos esta inmensa ciudad con la sensación de que, si bien nos quedaron muchas cosas por ver, en general le sacamos un buen rendimiento a estos siete días. Agotadas que acabamos, oiga.